lunes, 13 de abril de 2009


Escribo este blog sentado en un banco de la estación de trenes de Valencia; llevo así 2 horas y aun me queda como mínimo una más. ¿La causa? RENFE y sus retrasos. Monté el viaje casi a la perfección y para volver exactamente a la hora que yo quería escogí el tren ARCO en vez del Euromed. Tanta perfección suele ser peligrosa, por lo que ahora llegaré casi a las doce a Barcelona y ya me veo cogiendo un taxi porque el metro esté ya cerrado. Eso sí, aunque me tire horas en Atención al Cliente pediré a RENFE la devolución íntregra de mi billete.

El viaje ha ido bien en general, aunque el viento, la lluvia y las aglomeraciones han desmerecido esta pequeña aventura.

Quería conocer Valencia, y lo he hecho. Me llevo un concepto de una ciudad llena de contrastes, aunque con un tronco común: la carcasa exterior es excepcional pero su interior está podrido. Os pondre dos elementos como ejemplo:

Primero, el metro. Tienen una red como varias lineas, nuevas, con trenes modernos, buenas instalaciones, ascensores, escaleras; todo muy bonito y espectacular, a lo grande. Pero... el metro no llega a ningún punto turístico de la ciudad, a ninguno. Ni a la ciudad de las Artes ni al centro de la ciudad. Y el futuro será igual, puesto que se está haciendo un tranvía, imagino que habrán problemas de subsuelo. Pero no solamente el problema está aquí, lo más grave es que realmente este metro NO es eficaz. Teniendo en cuenta que he estado en un sábado y en varios días festivos, no veo muy normal que tarde hora y media en recorrer 4 paradas de metro con un único transbordo. No estoy exagerando, medido por reloj. Y esto me ha sucedido todos los días. Aquí es normal bajar al andén y encontrarte en la información que el próximo tren llegará en 40 minutos. Impresionante :(

Segundo, la famosa ciudad de la artes. Es precioso, espectacular, impactante. He hecho muchas fotografías y he disfrutado de todo su caparazón. Y digo caparazón porque por fuera es indescriptible, pero por dentro es simplón y sobretodo destaca negativamente por el elevado contraste que hay de calidad. El Museo de las Ciencias, quizás el pabellón más principal, contiene un museo de la ciencia muy simple. Correcto, eso sí, pero con la sensación de ser una exposición itinerante, como si lo fuesen a derruir en poco tiempo; nada que ver con el correcto museo en Barcelona, o incluso el de Lisboa. Luego tenemos la joya de la corona, el oceanario, que presumen con ser el mayor acuario de nosedonde. Pues bien.... nada de nada. Por fuera es genial, sus jardines muy guapos y la arquitectura es brutal. Pero... los acuarios que ofrecen son más de lo mismo, la cantidad de agua no es para nada comparable a la del Acuario de Lisboa. Con tal y con eso su visita es obligada, pero me sabe mal que te lo vendan como el mejor, cuando no es así. Por último tenemos el Hemisfèric: un bello edificio por fuera, un cine Imax en su interior. Fuí a ver un documental de dinosaurios y bueno... me decepcioné: la calidad de visionado está muy por debajo de los otros cines Imax que he tenido la suerte de visitar (Futuroscope, Orlando...). Su bajo contraste y calidad se podría perdonar si la película exhibida o el cine fuesen viejos, pero en los dos casos no era así. Una vez más... decepción al entrar dentro de un edificio.

En Valencia he hecho más cosas, y he de decir que casi todo lo demás que he visto ha sido bonito y me he llevado un gran concepto de esta ciudad plagada de jardines, grandes avenidas y muchas palmeras. Os hablaré otro día de su jardín botánico, o del parque Biopac.

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