sábado, 23 de junio de 2012

Tres ciudades y un estabilizador

Ya han finalizado mis vacaciones, tras Valladolid he tenido la suerte de poder visitar Salamanca, Cuenca y algún que otro rincón madrileño. No he ido creando blogs más cortos por la sencilla razón de que no he tenido tiempo libre, y eso es bueno en unas vacaciones, indica que he estado ocupado con otros menesteres más interesantes. Eso si, he ido retocando y subiendo las fotografías y ahora mismo hay un pequeño resumen de mis fotos en mi facebook y también en mi google+ (antiguo Picasa). 

Tras Valladolid tocó el plato fuerte, Salamanca. Fue un día muy completo y largo, visitando los monumentos más relevantes de la ciudad (Universidad, Catedrales, Colegio del Arzobismo Fonseca, Casa de Lis, etc.) y paseando por sus calles y por el río Tormes. No me sorprendió la enorme afluencia de turistas, estaba preparado para ello. De hecho no me sorprendió nada en esta ciudad, ofrece lo que promete. Salamanca es una ciudad con alto contenido cultural y artístico. ¿Lo mejor? Pues yo diría que la Casa Lis, quizás por ser lo último en visitar y lo que mejor sabor de boca me dejó. Lo único negativo fue el no poder hacer fotografías dentro de la Casa Lis.  El edificio art-deco es precioso, y a ello le sumamos la gran colección de figuras de porcelana y de muñecas, una cafetería de película y una tienda donde todo es interesante. 

Por Madrid estuve con mis amigos Agustín y David, también fuí a visitar el Zoo-aquarium de la ciudad y realicé compras fotográficas: una bolsa compacta para llevar la cámara y objetivos, y un objetivo Tamron 18-270 con estabilizador. Este nuevo objetivo me parece un avance muy significativo, a partir de ahora me dará la sensación de "estar haciendo trampas" cuando enfoque. Será muy difícil que mis próximas fotografías puedan quedara borrosas en situaciones de baja iluminación. También pude vivir el ambientazo que se respira en esta ciudad antes y después de los partidos de fútbol en que juega "la Roja", difícil de explicar e incluso de entender. Me gustaría explicar dos aspectos que me parecen curiosos y diferenciadores respecto al resto de la Península:
- El primero es la conducta cívica subiendo y bajando las escaleras mecánicas en el metro. Como antecedente es importante decir que, en general, las estaciones madrileñas son más profundas que las barcelonesas y por lo tanto hay más tramos y de más largo recorrido en sus escaleras mecánicas. Mientras que en Barcelona y otras ciudades que he tenido la suerte de visitar la escalera mecánica es utilizada para ascender más cómodamente, en Madrid la escalera es utilizada para subir más rápidamente. Me explicaré mejor...  una persona que tiene prisa en Barcelona utilizará las escaleras manuales, en Madrid usará las mecánicas gracias a que por alguna razón histórica todo el mundo asciende en fila india por el lado derecho, dejando el izquierdo siempre libre. Y hay de aquel que se le ocurra ponerse en el izquierdo, corre el peligro de ser golpeado por alguien enojado. Seguro que muchos madrileños defenderán esta conducta porque es una acción cívicamente educada dejar el lado izquierdo, pero por culpa de ello provocan colas, puesto que la escalera se inventó para ser ocupado su espacio por dos personas en cada escalón, y no uno únicamente.

- El segundo es algo más subjetivo y difícil de explicar...  andar por el metro y por sus calles más céntricas es algo caótico. ¿Por qué?  ¿Hay más transeúntes en la Gran Vía de Madrid que en nuestro Paseo de Gracia? ¿Hay más gente en Calleo que en Puerta del Ángel?  Al principio pensé que ese caos se debía a las diferencias de los metros de Madrid y Barcelona. Veréis, en Madrid hay más líneas, y sobretodo hay más paradas en donde se producen múltiples trasbordos de líneas, y estos trasbordos están bastante bien pensados con pasillos no muy largos y cruces en donde tienes que estar muy atento a las indicaciones. En Barcelona es muy normal que para poder realizar un trasbordo entre la línea X y Z antes tengas que llegar al andén de la línea Y y desde aquí proceder a la Z.  Sea como sea, los pasillos del metro de Madrid se tiene más sensación de agobio, de caos, de vigilar que nadie choque contra ti y sobretodo porque no hay "autopistas virtuales". Me explico mejor...  parece que lo normal es que la gente camine por el lado de la derecha para así no chocar con el sentido contrario, recordad por un momento la sensación de ir caminando por el extenso pasillo que une la línea 4 con la 3 en Passeig de Gràcia, cada uno sigue su lado y nunca te sientes agobiado. Esto NO SUCEDE en Madrid.  Y he podido darme cuenta que no es por su metro, porque por sus calles sucede exactamente lo mismo, ya sea de día o de noche. Ir por la conglomerada Gran Vía se convierte en una pequeña aventura de vigilar que nadie choque contra ti porque está tecleando su móvil o porque el individuo va desde el punto A hasta el B y resulta que tu te encuentras en el medio. Es una característica que únicamente he podido notar en Madrid,  ni en Times Square pude sentirme tan oprimido. Y si a esto le sumamos el calor sofocante, la poca sombra en esa vía y los largos periodos que hay para poder cruzar la calle...  se entiende el porqué no hay centros comerciales en el centro de la ciudad :)

El último día escogí Cuenca, sabía que iba a ser un día lluvioso, y así fue. Me tocó utilizar el paraguas en la ascensión al centro histórico de la ciudad, pero luego el tiempo se mantuvo estable y pude por fin utilizar la reflex.  Como visita obligada no hay dudas, la catedral es lo más importante y realmente es de gran belleza. Sus variadas capillas y su buen estado de conservación hacen de esta catedral la mejor que he visitado hasta ahora.  No todo es positivo... su fachada exterior no sorprende, el precio de la entrada es superior al indicado en su web y en las guías oficiales de este año, y además están prohibidas las fotografías y videos, con o sin flash. Gracias al iphone 4S conseguí hacer unas fotografías de los interiores que poco tienen que envidiar a las de una reflex.  Después de la catedral tocaba ver las Casas Colgantes, algo que ya sabía que me dejaría igual,  pero no el paisaje y contorno del casco histórico de la ciudad, de muy bonita factura. Lástima que el día no acompañaba para realizar unas buenas caminatas por la periferia de la ciudad.


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